viernes, febrero 02, 2007

Farenheit 451 y la destrucción de los libros

Liquidarlo (al libro), meterlo en el molino de papel es como yugular los dedos de la mano con que lo escribiste. Esto como sensación personal. Como suceso socio-cultural es terrible que los libros se destruyan. Yo haría una prohibición legal contra esta práctica. Siempre hay algún sitio donde los libros pueden ir.


Esta cita de Luis Mateo Díez escritor y miembro de la RAE, me ha hecho recordar las más que curiosa adaptación cinematográfica de Farenheit 451, de Trauffut allá por 1967.



¿Por qué 451….? sencillamente porque es la temperatura a la cual empiezan a arder los libros.


En su momento cuando pude visionar y disfrutar del film de Truffaut, y sinceramente me encantó de principio a fin. La crítica especializada define a Farenheit 451 como la peor película de su filmografía, pero creo que se exceden en la negatividad y no exponen las virtudes que posee.

El film es (como muchos de vosotros sabeís) una adaptación de la novela de Ray Bradbury de título homónimo publicada en 1955, donde un “bombero” llamado Montag y su brigada de la Farenheit 451 se dedican a quemar libros, ya que están prohibidos. Sin embargo, un día se cruza en su camino una joven maestra que le hace caer en la cuenta de lo que está haciendo y le incita a cambiar de vida, para convertirse en un "hombre-libro". Por tanto en el film se reflexiona sobre la importancia de la palabra escrita y también sobre la libertad del individuo, referida principalmente a la libertad de pensamiento y elección.

En el capítulo personal he de decir que me ha impactado la sencillez de la narración de las imágenes, cosa que no está reñida con la profunda reflexión que nos plantea ¿debemos renunciar a la cultura sólo porque esté prohibida? ¿no es demasiado peligroso el poder de la televisión?,y cómo ésta puede ser usada por determinados sectores para manipularnos (recordar que tanto la novela como el film son de mediados del siglo XX, y en aquellos momentos era el medio de comunicación de masas que más interés despertaba, cosechando un auge espectacular similar al de Internet en nuestros tiempos). En definitiva, este film es un canto al Audere sapere de la Ilustración, así como un canto a favor de ser uno mismo y a favor de no dejarse aplastar por la maquinaria del sistema cuando este pierde el rumbo y los cauces democráticos.

Por otra parte, analizada desde la perspectiva de la bibloteconomía el film peca de simplista e irreal. En ningún momento durante las labores de expurgo y destrucción documental vemos que se dirigan a bibliotecas, archivos o depósitos, su búsqueda está siempre orientada a la destrucción de los libros que se encuentran en viviendas de particulares, quienes ante el peligro que supone poseerlos los esconden en los lugares más recónditos o simplemente son los primeros en destruirlos.

De modo que para haber dotado de más realismo y dramatismo a las escenas, los "bomberos" deberían haber sido retratados quemando estanterías enteras y sobre todo ficheros, puesto que en aquel momento eran el único sistema de normalización y control de los libros, antes de la irrupción de la informática fuera del ámbito militar, un factor importante también olvidado.

Por último, destacar a modo de anécdota que existe en Roma en la plaza del Campo de Fiori, una librería especializada en libros de cine, fotografía, etc. llamada Farenheit 451, en la cual tuve el placer de comprar un ejemplar en italiano del Neuromancer de William Gibson.


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